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14/9/12

Demasiados castigadores...

Todos lo hemos sido alguna vez, yo la primera. Pero un buen día miré hacia dentro  y aprendí que no se debe hacer, que no es bueno.

Humildemente pienso que quien deja de castigar ha alcanzado la madurez mental. 

No me refiero al castigo a los hijos, no. Me refiero al castigo que las personas adultas hacen a otras personas adultas. Es demasiado frecuente, es preocupante, es triste. Castigar (porque se puede) es lamentable. Intentar castigar a otros (y no conseguirlo) es lamentable y triste.

Yo le llamo así, castigo, al conjunto de actos realizados a otra persona con la que tienes un vínculo emocional con el fin de que aprenda una lección o con el fin de hacerle daño. Este último fin es mucho más lamentable y el primero, demasiado pretensioso y poco educativo, muy arriesgado y con falta de inteligencia.

Los adultos de a pie, los que trabajamos, los que estamos en paro, los que nos movemos, las personas que cada día tenemos que hacer cosas...ninguno merece ser castigado por otra persona. Hay otros caminos más adultos, siempre hay alternativas....pero cuestan!!! cuesta escuchar, cuesta entender, cuesta empatizar y cuesta, y mucho, ejercer el autocontrol, no el control a los demás.


Castigar con el ya viejo y cansino truco de los celos. Entre los adolescentes, muy común...pero ya no somos así. Si quieres hacer daño a tu pareja (fíjate en la frase: hacer daño...es que no la voy a terminar...) es que no se debe hacer daño, hay que hablar las cosas y, si no se llega a un entendimiento, terminar para no entrar en una dinámica de destrucción en la que entren los tan temidos "castigos"

La persona que castiga a otra, bajo mi entender, evidencia una falta de seguridad y estabilidad y puede ser síntoma de traumas y problemas que necesitan de mucho cariñó y comprensión, además de paciencia y, en última instancia, de un profesional de los buenos.

Recientemente he perdido una amistad, aunque yo más bien dudaría, ahora, ya pasado un par de meses, que fuera una amistad. Una persona que se volcó en mi y yo me volqué en ella. Un buen día, esa persona dejó de hablarme. Intenté hablar con ella, le envié mil mensajes, me presenté en su casa, la llamé por teléfono pero jamás contestó. Un par de días después de llorar todas las lágrimas del mundo le envié un último mensaje diciéndole que había pensado más tranquílamente y había concluido que, cuando esa persona quisiera, habláramos pero que no le iba a insistir más porque esto era una chiquillería, que ya eramos adultas.

Una semana después, todo nuestro círculo de amistades sabía lo que había pasado menos yo. Por medio de alguien de total confianza me enteré que tenía un motivo para estar enfadada conmigo (y ese motivo lo respeto, aunque lo ha distorsionado de tal manera que parezco una persona horrible) pero aquí, el caso, es que esa persona que ya no es mi amiga ni es nada, un día, sabiendo que a mi me gusta hablar las cosas, razonar, que yo no me meto con nadie, ni critico ni juzgo, decidió castigarme con lo que más me dolía, que era creer que tenía poder sobre mi para hacerme sentir mal con su silencio, con sus palabras hacia los demás, creyendo que me iba a importar lo que los demás juzgaran sobre mi.

A fecha de hoy han caído dos amigas más a causa del castigo de la primera, pero no se lo tengo en cuenta porque tampoco han hablado conmigo, han creído suficiente la opinión de la ex-amiga y eso les ha valido porque han decidido que su opinión es más importante que la mía, que, por cierto, ni la tienen. Yo no he hablado con nadie del tema ni de la primera ni de las dos siguientes.

Y yo, lejos de sentirme castigada, identifico que es un castigo, y lo que tengo dentro de mi es pena por las personas que todavía, a edad adulta, tienen la actitud castigadora. 

Lo siento, yo pienso así, quien castiga es una persona que evidencia una gran inseguridad. Quien critica a la espalda está evidenciando sus propias inseguridades, revertiéndolas en los demás.

Menos mal que mi opinión sobre mi misma (autocrítica pero indulgente y además segura de mí) me ha llevado a reafirmarme que no tengo que tener cerca a personas que castiguen a las demás, o que seleccionen según les convenga o que sus problemas sean más importantes que los del resto. No, porque yo podría decir muchas cosas sobre ellas y no siento esa necesidad......¿observas la diferencia? pues me ha costado y mucho, pero me siento de puta madre.

Castigar es intentar realizar una manipulación sobre la actitud de otra persona. Malo, malo.....





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